Derrota reeditada de Kásparov a Karpov 25 años después

Este es el día en que los negros bajan hasta el centro de la ciudad y se extienden como una marea sobre los parques. Y allí se producen situaciones curiosas. Un blanco, pulcramente vestido, está jugando al ajedrez con un negro desharrapado. De repente, «al error garrafal del blanco le sigue un grito de admiración de los negros, que en ese momento acaban de obtener una de las pocas satisfacciones que les habrá rendido la semana».


Los nuevos aires que corren por Suráfrica han traido algunos cambios. Por ejemplo, los mercadillos callejeros, «inconcebibles hace escasos años». Ahora el Ayuntamiento permite estas actividades para dar algún tipo de salida a los negros, lo que no quita para que de vez en cuando éstos sufran la violencia de una carga policial. Sin embargo, «la zona del mercadillo está plagada de taxis para negros. Es un transporte segregado -los taxis con contador de la ciudad pueden ser conducidos por negros, pero su propietario ha de ser blanco- a base de furgonetas o minibuses que acarrean hasta una veintena de pasajeros». Los surafricanos deben estar muy orgullosos de los cambios en materia de libertad que se producen en su riquísimo país. 

Algunos hasta duermen de un tirón. En nuestro país también hay guetos. Al menos en la mente de algunos que tienen la vida resuelta. Es el caso de los centros de atención a los drogodependientes (CAD). El Independiente publica una entrevista de Javier Callejo al director del plan municipal antidroga de Madrid, Emiliano Martín, que asegura que estos centros son «focos de salud». La defensa que hace de los CAD es elocuente. «Un hecho es que ya hay centros, tanto públicos como privados, que llevan años de funcionamiento sin que ninguno haya dado jamás un solo problema. 

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