El mate de Boden (mates famosos en ajedrez)

EL uno, Sito Pons, viaja bajo un búho de ojos grandes pintado en el casco, con la cartera repleta de lecciones de marketing. Es capaz de colocarse bien para que los sponsors luzcan en las fotos segundos antes de que se inicie la carrera, cuando otros sólo pueden devorarse las uñas. Corre con la inteligencia, psicoanaliza a los rivales y les destroza con cualquier estrategia útil, ya desde horas antes de cabalgar a más de 200 kilómetros por hora.

El otro, Joan Garriga, lanza a idénticas velocidades a un enorme pacman -comecocos- diseñado sobre su casco. Para él lo que cuenta es girar la muñeca antes que nadie, sentir el límite mientras su rueda trasera derrapa salvajemente, ganar por despecho. Para el primero, Sito Pons, un quinto puesto puede ser una victoria. Para el segundo, lo único que produce placer es ser el primero en mirar hacia atrás cuando cae la bandera a cuadros. El uno es un estratega, el otro un kamikaze.

Los dos, deportivamente, se odian. Han coincidido en una pista, en un milímetro, mientras recorrían varias docenas de metros en un sólo segundo. En ese instante todavía han tenido tiempo de preocuparse de algo más. Sito es capaz de resolver una ecuación en una décima de segundo. Garriga todavía se queja de haber frenado un metro antes. Sito, el eterno campeón, y Garriga, el eterno aspirante, comenzarán con la primavera el mayor duelo que jamás dos españoles han realizado en la historia del motociclismo español. 

Los dos, al alimón, han escalado hasta la cumbre: gozar de una moto candidata al título de 500 centímetros cúbicos, la Fórmula 1 del motociclismo, la más pura expresión del riesgo y el éxito sobre dos ruedas. Los dos ya se bautizaron en la categoría hace años. Sito, sobre una Suzuki del team Gallina, en 1985. Garriga, sobre una Cagiva, en 1986. 

Ninguna de las dos motos era competitiva en su tiempo. Tampoco Sito -decimotercero al final- ni Garriga -decimoséptimo- podían creer entonces que alguna vez se iban a convertir en lo que son ahora.