El ajedrez como gimnasia mental

Es difícil extraer nombres en un torneo cuya nómina está integrada por casi 150 grandes maestros de ajedrez del mundo. No obstante, habiendo perdido terreno algunos de los candidatos «veteranos», como Polugaevsky, o incluso, Smyslov (!que fue campeón del mundo hace más de 30 años!), así como candidatos «de ranking» como Gurevich, Dolmatov, o Miles, se perfilan los nombres de los candidatos «novatos».


Michael Adams, de 18 años, el nuevo «crack» británico, que derrotó a A. Miles en la tercera ronda, y el soviético Boris Gelfand, de 21, que venció a V. Tseshkovsky, figuran a la cabeza del ya pequeño grupo que encabeza la clasificación con el cien por cien de los puntos. En cuanto a la actuación del grupo de españoles, mermado de principio por el abandono del campeón de España, J. L. Fernández, descontento con las condiciones de alojamiento, es reseñable la segunda victoria tanto de Alfonso Romero como de Mario Gómez. 

El triunfo de Romero es especialmente significativo al haber sido logrado con negras contra otro de los célebres veteranos, Efim Geller que, entre otras cosas, mantiene «score», y muy favorable, con Bobby Fischer. Asimismo destacar a Miguel Illescas y Pablo Sánsegundo, imbatidos, y la primera victoria de Ochoa, que hasta ahora no se había estrenado.

Durante mi larga estancia en Leningrado, allá por el año 1973, con motivo de un torneo internacional de ajedrez, además de recorrer de punta a cabo la hermosísima ciudad dedicaba frecuentes espacios de tiempo a contemplar la televisión. Me impresionaban sobre todo las voces, las voces eslavas. Coros y solistas, tenores y barítonos, su calidad era excepcional. Los cantantes modernos, que se detenían en la linea melódica, en Occidente hubieran arrasado (arrasarán).

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