Elektra, renueva el exito del mito.

La historia. En la mitología griega, Electra (en alemán, Elektra) era una descendiente de Atreo, rey de Micenas (una de las ciudades más improtantes de Grecia). Electra se hallaba fuera de Micenas cuando Agamenón, su padre, regresó de la Guerra de Troya y fue asesinado (junto con Casandra, su concubina) por Egisto, el amante de Clitemnestra o por la misma Clitemnestra (mujer de Agamenón y madre de Electra). Ocho años más tarde, Electra regresó de Atenas con su hermano, Orestes. Ambos acordaron frente a la tumba de su padre que Orestes vengara su muerte.


Una de las óperas más representadas. Electra se estrenó por primera vez el 25 de enero de 1909 en el teatro Königliches Opernhaus de Dresde (Alemania).

Un año más tarde, esta representación viajó hasta Reino Unido y, posteriormente, cruzó al otro lado del Atlántico, con Argentina y Estados Unidos como principales destinos. En España se estrenó en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona el 15 de febrero de 1949. Actualmente, esta obra ha sido una de las óperas más representadas entre los años 2005 y 2010 en todo el mundo, según las estadísticas del índice Operabase, que recoge la representación de óperas en todo el mundo. Además, es la cuarta obra más vista del compositor Richard Strauss, después de las piezas Salomé, El caballero de la rosa y Ariadna en Naxos.

El Complejo de Electra. A raíz de la tragedia de Electra, el médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl Gustav Jung catalogó el Complejo de Electra por primera vez en 1912 para designar la contrapartida femenina del Complejo de Edipo. Consiste en una atracción afectiva de la niña en la figura del padre. Según Jung, el Complejo de Electra es algo muy común a todas las niñas en algún momento de la infancia aunque, en algunas ocasiones, va más allá. La fijación afectiva o enamoramiento hacia el padre puede generar una situación de rivalidad con la madre.

Se supone que es una dinámica normal en el desarrollo de las pequeñas, que puede observarse a partir de los 3 años y que en un plazo de dos años suele resolverse de forma natural. Al contrario que en los niños, esta circunstancia es menos clara y pasa más inadvertida puesto que las niñas tienen un vínculo muy estrecho con las madres, lo que les dificulta mantener la competitividad con ella.

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