Dave Stewart es intocable

Todo era fiesta y colorido. Reinaba un excepcional ambiente y los aires de revancha se respiraban en cada uno de los rincones del Candlestick Park, sede de los San Francisco Giants. Los 58.000 espectadores que abarrotaban las gradas pedían cumplida venganza deportiva ante los rivales del otro lado de la Bahía, los Athletics de Oakland, que vencían por dos victorias a cero. Entonces todo se puso a temblar. Los propios espectadores mantuvieron la calma, aunque muchos de ellos no se enteraron hasta que vieron los coches de policía y las ambulancias sobre el césped. Afortunadamente el estadio resistió el terremoto de 6,5 grados en la escala de Richter y se evitó así una tragedia. No obstante, se produjeron algunas grietas que obligaron al aplazamiento del tercer partido. Algunos jugadores, incluso, pretendían la suspensión de las Series en señal de dolor. Fay Vincent, comisionado de la Liga, dijo que su postura era la de contribuir «con el modesto juego del béisbol» a que la comunidad supere los efectos del drama vivido. En los dos primeros partidos, Oakland había demostrado una absoluta superioridad sobre San Francisco, lo que deja patente que los Athletics son el mejor equipo del campeonato. En el primer partido todo lo hicieron bien. Dave Stewart, un lanzadorabridor, fue intocable durante las nueve entradas que estuvo sobre el montículo.

Ni Will Clark, primera base y estrella de los Giants, pudo hacer daño con el bate. Los visitantes sufrieron otra humillación en el segundo partido. Oakland, en otro recital de oportunismo y fuerza con el bate, logró un triunfo claro por cinco carreras a una. Ambos equipos llegaron a las Series tras ganar los respectivos banderines de campeones de la Liga Nacional, los Giants de San Francisco, y de la Liga Americana, los Athletics de Oakland. Los Giants, con un hombre destacado sobre todos los demás, el primera base Will Clark, jugador más valioso (MVP) de la serie, superaron en la final a siete partidos de la Liga Nacional a los Chicago Cubs, por 4-1. Los Athletics consiguieron el mismo tanteo frente a Toronto Blue Jays, en la final de la Liga Americana, con el jardinero izquierdo Rickey Henderson convertido en el MVP de la serie. Pero si las finales de Conferencia fueron interesantes, para la mayoría de los aficionados del primer deporte de este país las jerarquías se establecen en las Series Mundiales. Los Athletics, que llegan a ellas por segunda vez consecutiva, una hazaña que no se repetía desde 1978 con los Yankees de Nueva York, han demostrado ser favoritos sobre los Giants. Pero el año pasado también lo eran ante Los Angeles Dodgers y perdieron 4-1.

Ahora a los Athletics les tocará ganar, si es que quieren convertirse en un equipo tan mítico como fue la imparable «big red machine» (gran máquina roja), los Reds de Cincinnati, en los años 70. Otro de los alicientes de las Series Mundiales es que los dos equipos están localizados a muy pocos kilómetros de distancia, en ciudades separadas por solo un puente. Pero Oakland y San Francisco son tan diferentes que parecieran estar en distintos confines del mundo. San Francisco es la ciudad glamorosa del «Golden Gate» (puerta de oro), con una reputación de gente blanca y mentalidad de izquierda, pero con el nivel de vida más alto de todo Estados Unidos. Sus calles empinadas, casas millonarias y ambiente bohemio la convierten, junto con Nueva York, en el centro mundial preferido por los artistas, músicos y genios de la moda. Oakland es todo lo contrario. Una típica ciudad «blue collar» (trabajadora) llena de industrias, casas humildes y medios masivos de transporte público. Es más conocida aquí por sus crímenes que por su belleza.

Las Series Mundiales ahondan mucho más en estas diferencias. Como dijo Tony Phillips, segunda base de los Athletics, «nuestro equipo está formado por profesionales, pero también por representantes de toda la ciudad». En los Giants pasa lo mismo y las Series serán el «american way of life», enfrentado a la cruda realidad del paro y la crisis. Pero aunque existen grandes diferencias con relación a la personalidad de las dos ciudades, también se dan aspectos que las unen y las convierten en dependientes la una de la otra. San Francisco necesita el puerto de Oakland y su fuerza laboral. Oakland la reputación de ciudad internacional de primera clase que tiene San Francisco. Y, en medio de las dos y compartiéndolas, la Universidad de Berkeley.

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