Es bueno siempre aclarar las cosas

Este gobierno no termina de eliminar el paro, pero, desde luego, da mucho trabajo. Si el sábado pasado nos vimos obligados, en esfuerzo titánico, a hacer compatibles la reflexión electoral y la acción doméstica -todo por la desgraciada gracia de poner las elecciones en domingo-, hoy lo tenemos aún más crudo. Hoy vamos a tener que combinar la misma acción doméstica -primordialmente electrodoméstica, porque se han escacharrado la minipimer y el calefactor del cuarto de la abuela- con la aclaración sobre la declaración. Este Gobierno es peor que los frailes de mi colegio, que nos daban fiesta el fin de semana y nos ponían deberes por un tubo, quebrados mayormente.

La gente, se ve, tiene tantas ganas de estar ocupada, que les ha vuelto a dar la mayoría absoluta. No hace falta decir que los quebrados eran una gamba a la plancha en comparación con la aclaración de la declaración, que es un quebradero de cabeza. Digamos que la reflexión es a la elección lo que la aclaración es a la declaración. Y aquí, como en el amor, el que no se aclara, mal (se) declara.

Hoy es, pues, jornada de aclaración, día de recopilar nóminas, facturas, vales, justificantes y recibos. Día de coger el ordenador y la calculadora, y no parar de hacer proyectos de declaración alternativos, a ver con cuál salimos mejor librados: «Te quiero mucho, porque tienes unos pies muy grandes».

No, así no. «Te quiero, Toñi, porque te pareces a mi madre». iQué disparate! «Te quiero, ¿pasa algo?». iPuaf! Si para reflexionar sobre el voto un día era poco, para aclararse sobre la declaración, un día no es nada, infeliz la mirada, errante en la sombra, te busca y te nombra, Borreeel...Más triste que un tango es tener que declarar. Tanto es así que, ahora que han sacado la tercera mayoría absoluta, deberían tener un detalle, como cuando sacan en Roma Papa nuevo, y dar un indulto este año, y que no tuviéramos que pagar a Hacienda. O, por lo menos, deberían haber dado una semana de aclaración pagada. Sin ir a trabajar, claro. ¿No dejan cuatro horas para ir a votar, y encima te las pagan?

Pues para declarar, que se necesita mucho más tiempo, deberían dar una semana y pagarla «cash». Total, que con estos impuestos y este sistema de pago, cada día se hace más difícil vivir de la renta y más probable morir de la renta. ¿Por qué no convalidan una declaración a la prensa e, incluso, una declaración a la policía, sobre cualquier cosilla sin importancia, con la declaración a Hacienda, que se mete en la vida de uno más que los periodistas y a la que se tiene más miedo que a la Gestapo? Lo cierto es que hay que votar y hay que declarar. Declarar de otra manera, ¿para qué? Para que los Reyes nos traigan más juguetes este año, no te fastidia. Declara, hermano, que algo te queda.

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