La moda que siempre permanece

En apariencia nada cambia en la moda. He ahí su fatalismo. Esa opinión refleja, sobre todo, que no se entiende, no se sabe, no se goza de ella. No hay más que saber mirar para caer en la cuenta: Temporada Otoño-Invierno 96/97, lo que la moda nos propone y nosotros disponemos.

A primera vista, la sensación es desalentadora: la pasada primavera se parece a este otoño y este invierno, al próximo verano. Versace espectacular, Armani funcional, Yves Saint Laurent coqueto y Chanel morboso.

Pero, al mirar con mejor predisposición, se aprecian diferencias. Verino mantiene el negro, pero arremete en color; Loewe quiere aproximarse a Gucci; Del Hierro recuerda todo lo que sabe de los 70 y Morago repite que los hombres no merecen vestir de tristes oficinistas a final de mes.

Todo el mundo se debate entre continuar la apuesta por el feísmo posminimalista de Prada (le debemos la plaga de negros y el éxito del marrón chocolate) o serle infiel con Gucci y su auténtico filón: reponer la moda de los 70.

Materiales sintéticos mezclados con naturales, colores brillantes y vibrantes, trajes pantalón estrechos, pelo y pechos lisos, androginia sutil y elegante que contrarreste una década de «chicas boom».

Pese a tanto cambio, Armani seguirá siendo Armani y muchas mujeres vestirán «elegantemente» con trajes de raya diplomática entallados. Rojo, azul zafiro y negro subrayarán la noche. Vestidos minifalderos de punto -para llevar botas-, pantalón de terciopelo, jersey de cuello cisne y gabardina «militar» completan el «revival» de Yves Saint Laurent.

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