Todos los adolescentes quieren ser niños bien

Pijos, ha habido toda la vida. Y pijos de toda la vida, pues también. Así que tengo que reconocer que no me pilla de sorpresa el mogollón que se ha formado con esta nueva costumbre de las crías de pijos de tirar huevos a los pijos adultos que pasan por delante de uno de sus templos oficiales: el Vips de Lista (como dicen ellos, usando el nombre franquista de la calle).

Es lo que tiene estar de acuerdo con la guerra de Irak, con el decretazo y con todo lo que hace el Gobierno como no se manifiestan pues por algún lado tienen que sacar la adrenalina y sentirse transgresores así que tiran huevos a los transeúntes, que es lo más superradical que se les ocurre. En fin que lo de lanzar fetos de pollo a todo mayor de 20 años me parece hasta normal viniendo de quien viene.



Lo que me ha llamado la atención de este fenómeno, de momento típicamente madrileño, es que términos como pijo o niño bien, que antes sólo servían para que terceros se refirieran a esa especie social, ahora carecen de su connotación peyorativa y se han convertido en algo positivo que los propios niños bien usan para definirse.

Servidora, como antropóloga de las tribus urbanas, tiene que reconocer que los niños bien, desde el momento en el que adoptan un nombre que les define, se han convertido en una nueva tribu urbana con todas las de la ley, una tribu, además, a la que cada vez más adolescentes quieren pertenecer.
El fenómeno ya se venía dando desde hace años entre adultos.No hay más que entrar en Prada, Armani o Hermès para observar a la pobre Rociíto (que cuando se engancha a la alcachofa adelgaza pero no consigue alcanzar esa belleza serena de las niñas de Serrano), a la misma Victoria Beckham (lo de posh, o sea, pija se lo pusieron con mucho cachondeo los ingleses, que a clasistas no hay quien les gane) o a la mayoría de los futbolistas, que reniegan de sus orígenes hasta el punto de no presentar jamás en sociedad a sus familias. Otros, como Belén Esteban o los Janeiro, están orgullosos de su origen y, como Gil, presumen de su falta de refinamiento; allá unos y otros.

Algunos de los niños bien que ahora llevan ropa surfera y pulseritas -siento comunicarles que de inspiración hippy-, dentro de pocos años evolucionarán hacia otra especie: la de niño malo de casa bien. Entonces irán al Nasti, de la calle San Vicente Ferrer, y podrán abrir su mente más allá de Enrique Iglesias y/o Hombres G (a los que, por cierto, acaban de dar el disco de platino por su recopilatorio) y ver a artistas tan interesantes como las geniales Chicks on Speed, que ejercieron como dj's el miércoles en el local de Malasaña, presentando su nuevo disco y el vídeo: We don't play guitars, y ellas, que son muy punkies, hubieran estado encantadas de que las llenaran de huevos, mira tú por dónde.

No me mandes flores
Buenos deseos. Ella, que es muy esotérica, pensaba que su hija nacería durante el día de ayer, por lo de la luna llena. Al cierre de esta edición, Lucía Etxebarria aún no había sido madre, pero le faltan horas. Ella, que además de ser esotérica es una chica práctica, ha pedido a los más íntimos que si se empeñan en regalarle algo, no le manden flores (lo pasa fatal cuando se marchitan), pero sí admite poemas, dibujos, música ofrendas que contengan lo mejor de uno mismo, siguiendo la tradición celta de la Bella Durmiente.

Presencia virtual
Sube. Como ya viene siendo habitual por culpa de la falta de salas de conciertos (ya ocurrió hace unos meses con Lou Reed o Jane Birkin, por ejemplo) la gira de recitales del director de cine Woody Allen no ha pasado por la capital. Menos mal que como premio de consolación podemos ver su obra de teatro La Muerte, dentro del ciclo que el Teatro Arlequín (San Bernardo, 5) dedica al escritor, músico y cineasta. La verdad es que salimos ganando porque Allen es Allen y siempre es curioso verle tocar el clarinete, pero está claro que lo suyo es escribir, actuar y dirigir. No se puede ser genial en todo.

La cultura del café
Se mantiene. Muchos no le perdonan sus actitudes de hace años, como líder de Negu Gurriak. Pero las opiniones, como la piel, maduran y la tibieza de entonces de Fermín Muguruza respecto a la lucha armada en el País Vasco se ha convertido desde hace varios años en declaraciones a favor de la independencia pero en contra de la violencia. Sus palabras (como las de Manu Chao) podían ser una baza política como ejemplo de hombre de izquierdas, comprometido y con un enorme respeto entre los jóvenes radicales vascos, que apuesta (y se atreve a decirlo) por la paz. Esta tarde, a las 19.00 h. estará en la inauguración del café Ladinamo (Mira el sol, 2), para hablar sobre la cultura tras el 11S.

¡Cómo está el servicio!
Baja. Al otrora matrimonio Flores-Carrasco le crecen los esclavos, perdón: criados. Ese famoso chófer de Antonio David y Rociíto, que es como Chiquetete pero en delgado y cabreado, acaba de ganar un juicio en el que denunciaba a la hija de la Jurado por no pagarle la Seguridad Social. Ahora, su hija (la del chófer) ha arremetido contra Antonio David porque según dice le pagaba doscientos y pico euros por doce horas diarias de trabajo. El chófer se ha vengado de sobra contando las intimidades de sus amos, pero ellos también podían aplicarse y, en vez de pasarse el día leyendo demandas, podían estudiarse el estatuto de los trabajadores.

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