Ejecutivas en traje de chaqueta

En mi barrio hay varios almendros que sin pedir permiso al calendario han empezado a florecer. Ellos no tienen que ir de shopping cada temporada. Son fieles a la belleza de sus flores y atrapan nuestra mirada como si fuéramos una de esas adolescentes que estrenan acné mientras tararean Under the coconut tree, de Mohombi, con la misma pasión que nosotros (no hace tantos años) cantábamos Too much heaven de los Bee Gees.

También en estos días de primavera adelantada nos hemos reunido el Jurado de los Premios Solidaridad de Telva, y de nuevo me he vuelto a encontrar con Ana Mato, Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Asiste a esta cita desde hace 17 años, jamás ha fallado. "Es una de las pocas cosas que hago fuera de mi agenda política". 

Tomamos un café y charlamos. Ana acaba de cumplir 52 años y lleva más de 30 enganchada a la política. "Sigo con mi horario de siempre", me cuenta, "me levanto a las seis y media de la mañana, desayuno con mis hijas y después pongo rumbo al ministerio. Nunca termino hasta pasadas las diez de la noche". Ana, le digo, ya no se llevan las superwoman… 

"Sí, ese tipo de mujer por suerte ya no existe. Siempre te dejas cosas en el camino. Hacer todo perfecto es imposible y lo peor además, es sentirse culpable por no llegar a ese todo". Le pregunto por su buena cara y su eterno bronceado. 

"Los dos primeros meses han sido agotadores y dormía muy mal. Ahora al fin logro pegar ojo y la buena cara sólo consiste en usar el maquillaje acertado". ¿Sigues siendo fiel a tu imagen de camiseta blanca y blazer? "Sí, pero siempre de color" (hoy verde fosforito) "y con… taconazos".

Esto de la afición a la chaqueta me suena a prenda fija en el armario de las ejecutivas. Da igual que las tendencias de la moda vayan por otro camino. Tú abres su armario y… de seis blazer no baja el recuento. Recuerdo que una vez en Milán fui de compras con Magda Salarich, directora general de Banco Santander, y después de recorrer Vía Espiga, Santa Andrea, Montenapoleone… la ruta de las tiendas de los grandes diseñadores del made in Italy, terminamos en el outlet de Etro en Vía Espartaco 3. 

Entonces comprendí el valor del tiempo: Magda se probó 15 chaquetas en 15 minutos y… todas azules. ¿Por qué esta fijación con las chaquetas color añil?, le pregunté. "No quiero destacar del resto en las reuniones y la mayoría son hombres con traje azul". Al final la convencí de que se quedara con una maravillosa levita fucsia, y me han contado que sí se la puesto pero… en la boda de su hijo.

Entiendo que hay mucho terreno abonado para las personal shoppers en los armarios de las ejecutivas de este país, pero de eso hablaremos la semana que viene.

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