Aprender a emprender

Los imagino en la sede del partido. Acaban de llegar de sus despachos en la Junta y están sentados en la mesa de estrategia para diseñar la oferta programática, algo que les devuelva el discurso que ya han fulminado con el Gobierno, un barniz nuevo para presentarse a las elecciones con pátina de izquierda. 

«Lo socialista -dirán- es recuperar la expropiación a los ricos y lo moderno es hablar del emprendimiento, así que desde mañana todos a pedir de pueblo en pueblo la necesidad de expropiar miles de hectáreas a la derechona para llenarlas de empresas y de programas de I+D+i, y de centros tecnológicos, y centros de interpretación, y de laboratorios y observatorios. 

Aprender a aprender. Aprender a emprender. Emprender a emprender. En fin, lo que sea. Que se prepare el argumentario». 

Los imagino así, y no se trata de ninguna ficción, porque justamente ésa es la última propuesta: expropiar tierras para dárselas a los emprendedores. Desde hace meses, la Junta está vendiendo al mejor postor las tierras que expropió en su día para la Reforma Agraria y, ahora, propone nuevas expropiaciones para los emprendedores. ¿Cabe mayor contradicción?

Vuelve la ideología, Griñán lo ordena. Y está bien que vuelva pero, por favor, no al precio de la estupidez y del escarnio. Si de verdad vamos a debatir sobre las ideas, hagámoslo con seriedad. Ya sea de la mano de Félix Ovejero y su Proceso abierto. El socialismo después del socialismo o de Tony Judt y su Algo va mal, por citar algunas reflexiones sobre la vigencia y la necesidad del proyecto socialdemócrata. Ahora que el capitalismo está en crisis es más necesaria que nunca una afirmación ideológica contraria o complementaria.

Los ciudadanos agradecerán la formulación ordenada, crítica y con propuestas de un modelo alternativo. Eso sí, con fundamentos que no sean las patochadas provenientes de la impostura y excesos de la ideología de género -ideas y lenguajes-, las supuestas superioridades éticas, las sectarias memorias históricas o la deriva ecológica facilona, por poner varios ejemplos Y, por supuesto, sin penalizaciones legales y morales por no compartirlas. 

Debatamos, sí, confrontemos, pero hagámoslo con memoria de los hechos y memoria de los comportamientos. Con el BOE y el BOJA por delante. Con coherencia, cumpliendo aquello que bellamente dicta la Epístola moral a Fabio: «Iguala con tu vida el pensamiento».

En la última semana el Partido Socialista ha propuesto recuperar el impuesto de patrimonio -el impuesto de los ricos- eliminado por «desigual e injusto», Zapatero dixit; suprimir las exenciones fiscales a la Iglesia católica; no ceder un centímetro a la escuela privada; no recortar las prestaciones sociales y una interminable letanía de propuestas que no resisten la tozudez de unos hechos que están en el polo opuesto de lo que se pregona. La gran pregunta: ¿pero quién ha gobernado la nación en estos ocho últimos años, quién lleva 30 años gobernando en Andalucía? ¿Puede ser medianamente creíble quien, por acción u omisión, ha realizado justamente lo contrario de aquello de lo que se vanagloria?

Por eso oír a Griñán presumir del modelo educativo andaluz, con una tasa de abandono escolar del 37%, y a Rubalcaba decir que el presidente de la Junta de Andalucía es quien más sabe de empleo de toda España, con un millón doscientos mil parados andaluces, no deja de ser una burla repulsiva.

Pido ideas y resultados en la balanza de la derecha y de la izquierda. Ni asustaviejas, ni rancios reproches. Que las campañas electorales no exijan lobotomías sociales; que esto no sea una tómbola expropiatora del sentido común y la discusión cabal.

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