La emperatriz de China

La empresaria Rosa Clará me dijo hace unos años cuando comentábamos el fenómeno Vera Wang: «No sólo es una diseñadora de vestidos de novia, es toda una filosofía de vida». Nadie mejor que Clará para definirla, dado que podría ser la respuesta catalana a Wang -salvando las distancias no sólo geográficas-: una mujer especializada en vestir para el altar o el registro civil a las mujeres del showbiz, sus madrinas y sus damas de cortejo.

Sólo una gran diferencia. Las novias se llaman Jennifer López, Avril Lavigne, Victoria Beckham, Holly Hunter y ahora Alicia Keys. Además, su marca o, mejor dicho, su imperio, incluye perfumes, joyería, gafas, calzado, utensilios de cocina y hasta un libro, Vera Wang on Weddings, Biblia de todas las pijas norteamericanas a punto del «sí».

Es tal el culto a la diseñadora entre cierto tipo de burguesa estadounidense, que en una de las escenas más hilarantes de la serie Sexo en Nueva York, la mega pija Charlotte York reprende duramente a la frívola Samantha Jones por decir «fuck» en los sacrosantos confines de la tienda de Wang.

Vera Wang (Nueva York, 1949) llegó a la moda tras hacer sus pinitos como patinadora a un tris de ser incluida en el equipo olímpico. Pertenece a una de las grandes familias acomodadas de origen chino de los Estados Unidos -su madre se vestía en la alta costura parisiense, su padre era el dueño de una empresa química- y fue educada en el exclusivo colegio de Miss Chapin antes de pasar por las universidades de La Sorbona y Sarah Lawrence. Más tarde trabajaría en la edición americana de Vogue y en Ralph Lauren, antes de fundar su empresa.

Aunque ha ganado un puñado de premios, Wang no ha formado parte del selecto club de diseñadores norteamericanos como Diane von Fürstenberg, Óscar de la Renta o Carolina Herrera, quizá por su afición a vestir a pijas de serie B y C o mujeres del showbiz. Pero tras su reciente traje para Ivanka Trump, otra ex alumna de Miss Chapin y ahora el de Chelsea Clinton, puede que las princesas de la Quinta Avenida o Park Avenue la tomen en serio.

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