Más morosidad y menos actividad
La crisis se agudiza y todo elemento que genere más gastos es prescindible. Es el caso de los coches, al menos en la ciudad de Valencia. Desde que comenzó la recesión económica, el parque móvil de la capital no deja de menguar a marchas forzadas. Lo refleja la calle, donde cada día se ven menos vehículos circulando, y los recibos del impuesto de Circulación que empezarán a cobrarse en periodo voluntario a partir del próximo 1 de septiembre, según explicó el concejal de Hacienda, Silvestre Senent.
Si en 2017 ya hubo un descenso considerable en el número de vehículos matriculados en el consistorio con respecto al año anterior, que pasaron de 491.190 a 487.351 (4.000 menos), este año la situación ha empeorado y la ciudad ha perdido prácticamente 10.000 coches y motocicletas. De hecho, el Ayuntamiento emitirá 477.684 recibos a partir del 1 de septiembre para ingresar 40 millones de euros.
Y es que, la caída de coches matriculados en la ciudad supone una nueva merma de los ingresos del consistorio, ya de por sí muy afectados por la caída de la recaudación de otros impuestos y tasas. De hecho, las arcas municipales ingresarán este año un millón menos que el anterior, ajustando más aún el presupuesto de cara al próximo ejercicio. Esta situación se produce pese a que tanto el Gobierno central como la Generalitat han incentivado la adquisición de vehículos con ayudas directas a la compra que pretendían rescatar al sector de la automoción, muy tocado desde la irrupción de la crisis. Con todo, no hay más coches y motocicletas en circulación sino todo lo contrario, la lista de vehículos cae día a día aligerando el tráfico en las calles y la recaudación del Ayuntamiento de Valencia. Este verano ha sido especialmente visible esta circunstancia, ya que la media de vehículos que transitaban por las principales avenidas de la ciudad ha bajado en alrededor de 2.000 coches diarios.
En alguna de ellas como las entradas y salidas de la ciudad esto se ha reflejado con más intensidad como consecuencia del incremento del número de desempleados. Y es que muchos de los que acudían a la ciudad a trabajar ahora no lo hacen o utilizan el transporte público para ahorrar gastos. Es una de las consecuencias de la recesión económica pero no la única puesto que la recaudación del Impuesto de Actividades Económicas también caerá cerca de un millón de euros por el descenso de los recibos. Este año sólo 9.500 empresas tendrán que afrontar esta tasa municipal al facturar más de un millón de euros anuales por las 10.000 que lo hicieron en 2016. El resto de sociedades están exentas de pagarla.
Los recibos que se enviarán para la recaudación del Impuesto de Actividades Económicas revelan que los negocios de la ciudad no atraviesan su mejor momento. La nómina de empresas que debían pagar este impuesto (aquellos que tienen ingresos por más de un millón de euros) en 2009 llegaba a las 10.000 pero este año sólo tendrán que hacerlo 9.500, con lo que la recaudación caerá en cerca de un millón de euros. Mientras, la morosidad en el cobro del resto de tasas municipales se acentúa como consecuencia de la precaria situación en la que se encuentran las familias valencianas. El año pasado el impuesto de circulación registró una de las tasas de morosidad más altas desde hacía más de una década, llegando al 20% de todos los recibos emitidos.
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