Los malos augurios

Mal empezamos. Este era ayer la frase más repetida por los diputados que acudieron al Palacio de la carrera de San Jerónimo para acatar la Constitución y elegir a la Mesa de la Cámara. El atentado terrorista que el lunes costó la vida al parlamentario de Herri Batasuna, Josu Muguruza, y heridas graves al también diputado de esta formación, Iñaki Esnaola, determinó el desarrollo de esta primera sesión congresual. 

«Mal empezamos, tan mal como el 81», precisó alguno al recordar el intento golpista del 23-F. Todos, sin embargo, se aferraban a la experiencia democrática para justificar su esperanza en la fortaleza del sistema. Los periodistas, que reflejaban en sus rostros los estragos de una noche casi en blanco, no eran ajenos a la tensión del momento. La actuación policial extremadamente severa en el momento en que llegó el presidente del Gobierno, Felipe González, y el hecho de que hubieran de esperar a la intemperie más de una hora antes de poder acceder al hemiciclo, contribuyeron a crispar aún más los nervios de los profesionales.

A las nueve y media, con una entereza insospechada, Teresa Toda, la periodista de «Egin» que compartía la mesa con los parlamentarios abertzales en el momento del atentado, se acercó a la entrada del Congreso para retirar su acreditación y, pese a todo -«Josu era amigo mío», repetía-, «seguir trabajando». Los líderes políticos reiteraron las declaraciones hechas de madrugada. «Condena, preocupación, paso atrás en la pacificación de Euskadi, total esclarecimiento de los hechos», eran palabras comunes mil veces repetidas. Felipe González y el ministro del Interior, José Luis Corcuera, fueron los principales sujetos informativos. En el rostro sombrío del presidente se reflejaban la tensión del momento. La faz de Corcuera se antojaba de rabia contenida. Fue el ministro quien aportó el primer dato esclarecedor en la fría, plomiza, gris mañana de ayer: los casquillos disparados por los terroristas demuestran que la munición utilizada se fabrica en la empresa de titularidad pública «Santa Bárbara».

Cerca de las once, la agencia EFE transmitió el teletipo más esperado de la jornada: «El GAL reivindica el atentado». El nerviosismo cundió entre jefes de prensa, directores generales y asesores de presidencia y de los ministerios de Interior y Justicia. Carreras, intercambio de información, conversaciones en voz baja y la primera versión: «No se le puede dar mucha credibilidad». La sesión concluyó alrededor de las dos de la tarde. La votación para elegir a la Mesa de la Cámara apenas suscitó atención. Ocurrió lo esperado, con algún curioso e imprevisto intercambio de votos. Carmen Romero, tan lacónica como siempre, pasó casi inadvertida. Pedro Antonio Ríos, el diputado que ha arrebatado la mayoría absoluta al PSOE, apenas fue reconocido. No estaba ayer el Parlamento para frivolidades o anécdotas.

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