Jesulín de Ubrique el midas de la comunicación

De entrada, para que nadie se llame a engaño ni suba el precio de las petacas de Ubrique, he de proclamar que Jesulín, como persona, me cae de simpático para arriba. Es un fenómeno, en el sentido estricto de la palabra según el Diccionario de Real Academia (vigésima segunda edición, recién salida del horno): «Cosa extraordinaria y sorprendente». Jesulín es un fenómeno de masas. Un personaje extraordinario y sorprendente, digno de que lo estudien en la Facultad de Ciencias de la Información. Jesús Janeiro es un Midas de la comunicación. Convierte en oro de exclusivas cuanto toca.

Jesulín es el clásico torero que interesa a los que en su vida han ido a los toros ni piensan ir. Lo pongo en la lista de los toreros que saltaron el paraíso cerrado de los ruedos para convertirse en figuras famosas. Lo pongo como una especie de sucesor de El Cordobés a efectos de tirón popular, fuera de los ambientes de los aficionados. Por eso, más que su personal tauromaquia del pase de la tortilla y del tres en uno, me interesa su figura mediática. Más que en las plazas, Jesulín torea en las televisiones, en las revistas del corazón. Empezó recibiendo los sujetadores que le tiraban sus admiradoras desde los tendidos de sol y sigue dando la vuelta al ruedo con la lencería del 'share' en la mano.


Lo más curioso es cómo el célebre Jesulín transmite la fama a todo cuanto le rodea. Todo el mundo sabe que su Falcon Crest se llama 'Ambiciones', que su tigre es 'Curripipi', que la madre soltera de su hija es Belén Esteban. Hasta los hermanos de Jesulín van a 'Tómbola'. Cobrando. En cuanto a la madre soltera de su hija, le ha dejado la mejor pensión alimenticia: la fama. Sin haber hecho en esta vida otra cosa que dar a luz a la niña Andrea, se codea en minutación televisiva con actrices de Oscar, con cantantes de Grammy, con duquesas de Gotha. ¿Por qué? Porque ha sido tocada por el dedo de la fama de Jesulín.

Jesulín transmite fama, y con la fama, vuelve loca a la gente, deseando todos salir en la tele. Ahora ha vuelto loco de fama al Servicio Andaluz de Salud, sector Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde algo tan respetable, serio y privado como un alta clínica se ha convertido en un lamentable espectáculo de masas. Convirtieron una salida del hospital en una salida a hombros.Jesulín daba pena, penita, pena, con el gesto de dolor, sin poder casi tenerse en pie, necesitando el amparo de una silla... Ese hombre no estaba en condiciones de que lo sacaran así. Estaba para sopitas de silla de ruedas y buen caldo de ambulancia, no para que unas vértebras dorsales recién operadas tuvieran que entrar en el asiento trasero de un coche particular. Todo sea por la fama. 

¿Y lo contento que estaba el médico jefe del Servicio de Traumatología, exhibiendo su vanidad en la tele al lado de Jesulín? Claro, si le hubieran dado el alta como marca el protocolo, con una silla de ruedas hasta una ambulancia en una discreta puerta, ni el rótulo del Hospital del SAS ni la bata blanca del jefe de servicio hubiesen salido en la tele. Jesulín estaba el pobre para silla de ruedas, pero el médico convertido en portavoz del torero no estaba dispuesto por nada del mundo a perderse sus televisivos cinco minutos de fama.

Aunque en las bajezas del alta hospitalaria de Jesulín hubo un fallo, al SAS se le van las mejores: faltaba la Banda de Tejera para tocarle la música. Para tocársela al médico, claro, tan ansioso de fama que como se descuide Belén Esteban la manda a los albañiles...

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