El peón de ajedrez

Lo que ocurre es que, objetivamente, las pruebas circunstanciales le apuntan al corazón. ¿Quién se lucra políticamente de los efectos de este movimiento sísmico? Carlos Sanjuán, actual Secretario General de los socialistas andaluces, ha visto cómo se desmoronaba la candidatura de Leocadio Marín a la presidencia de la Junta en sustitución de Borbolla. ¿O no fue bajo el mandato de Marín, entonces Delegado del Gobierno en Andalucía, cuando Juan Guerra obtuvo su despacho en dependencias oficiales?


A lo mejor, la relación causal es incorrecta y hay un «comando G» entre los bastidores del Estado disparando a matar con segunda intención, pero no hay que exigir delicadezas lógicas a quien se siente herido amén de acorralado. Igualmente, la UGT de Sevilla, que ha vivido en su seno las perfidias y las emboscadas trenzadas en los telares ocultos del guerrismo, parece el «patio de los callaítos», que es como en Sevilla se conoce al cementerio. Recelosos de que se la identifique con el «delator» y asfixiados por el desprecio gubernamental a la salud resquebrajada de sus arcas tras las venganzas administrativas desarrolladas tras el 14-D, la UGT no sabe no contesta. 

Y los «lobbies» sevillanos de alcurnia, que han hecho tráfico de influencias desde que el mundo es Sevilla, saben y mucho, pero en tiempos revueltos mejor no hacer mudanza.

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