La biología es cruel

El escultor Oteiro Besteiro, sin embargo, se halla bastante alejado de esas feas disfunciones terrenas. El artista gallego tiene bastante con sus fantasías, sus quimeras y, eventualmente, con su lucidez. Vicenta Cobo, de Ya, le entrevista con motivo de la exposición de sus últimas obras: «Las exposiciones suelen ser decentes, normales y aburridas. Yo, para poder soportar ese vicio social del güisqui y las felicitaciones, antes de sometenme al rito tengo que sorprenderme a mí mismo y pasar un rato agradable. 

Mi momento de felicidad es cuando llego con un Rolls, abro un paraguas abstracto, me acompaña mi médico de cabecera para que no me caigan gotas, y de pronto me llevan una mujeres para que no me duela el cuerpo». Otero, que se pasó cuatro años intentando, sin éxito, suicidarse, se ha reconciliado algo con la vida, no mucho: «Las leyes biológicas son crueles.

Nacemos y vivimos unos cuantos inviernos y veranos dentro de nuestra propia piel; al final ese tiempo pasa y nos vamos como si no hubiera pasado nada, pero hemos tenido que devorar a miles de animales que a su vez han devorado a otros... Yo, si veo la cadena, la encuentro hermosa, pero si la ana lizo, encuentro el invento terrorífico». El artista, por lo demás, disfruta horrores con los pájaros: «Me gusta inventar futuras especies biológicas de pájaros» Disfruta todo lo que puede, no vaya a ocurrirle «como a aquella señora que teniendo un pelo hermoso se compra tubos amarillos y se convierte en una cabra loca. Evidentemente, la sociedad en la que vive ha conseguido horrorizarla».

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