El artista llega

Las opiniones, ya lo dijo el poeta, son como los culos. No de feos, sino de variados. Sin embargo, los Oscar 2012 ofrecen pocas opciones a la diversidad. Todas las quinielas, sean de críticos o de aficionados, señalan al mismo culo: The artist. La película muda del francés Michel Hazanavicius no sólo es ya la segura ganadora sino que se antoja la perfecta metáfora de una 84º edición de los Oscar que no quiere saber de nada que no sea el pasado: aquel pretérito perfecto en el que los académicos eran felices. 

La gala. Al contrario del año anterior, en el que un periódico local abrió su sección de espectáculo con el número exacto de vestidos que luciría Anne Hathaway (hasta ahí ha llegado el periodismo de investigación), éste nada se sabe. Ni del guión ni del número de trajes de su presentador. Lo único que ha trascendido es que sobre el escenario se verá el decorado de un viejo cine. «No quiero ser cínico. Queremos celebrar la experiencia colectiva de ver películas», ha declarado Billy Cristal, el ocho veces presentador de la gala y directo heredero de tótems como Bob Hope y Johnny Carson.

El actor de 63 años aparece con una cara nueva (en sentido quirúrgicamente literal) después de que el anterior productor Brett Ratner declarara aquello de que «los ensayos son para maricones». Cayó él y el presentador Eddie Murphy a causa de ese comentario. ¿Hará alguna referencia Crystal a la polémica?. «No, no quisiera dignificarla». Se acabó la polémica. También es cierto que no conviene nunca curar la cefalea amputando la cabeza. Puede traer peores consecuencias. Por ejemplo, Sacha Baron Cohen amenazó con ir a la gala disfrazado del tirano que encarna en su próxima película, El dictador, la Academia le retiró la acreditación y él contestó con un genial vídeo en el que el personaje de marras se luce como el propio Segura en los Goya. Desternillante lo de «Academy of Motion Picture Arts and Zionists». 

Fiebre 'The artist'. Hasta la gracia de los diálogos (¡pero si es muda!) ha merecido nominación. Cierto es que el guión es algo más, pero ahí queda la vocación por el entusiasmo. La película y el director están fijos, eso sí, como vencedores. Falta saber tan sólo si George Clooney por su trabajo en Los descendientes será capaz de arrebatarle el premio a Jean Dujardin. Alberto Iglesias, por su parte, que compite en la banda sonora, ve casi imposible desbancar al irresistible encanto del silencio. Y eso pese a que la música de Ludovic Bource, como ha denunciado la propia Kim Novak, roba unas cuantas notas a Vértigo, de Hitchcock. En los primeros Oscar, la Academia anuló la candidatura de El cantor de jazz, por hablada. De alguna forma, la vuelta a los orígenes se antoja completa. No sólo vuelve la elegancia del Hollywood clásico. Vuelven sus manías. 

¿Oscar español?. Decía Mariscal que su película, Chico y Rita, es como navegar en un fueraborda. Sientes las olas, pescas algo... Sus competidoras, en cambio, son transatlánticos. En efecto, parece que poco puede hacer una película estrenada en una sala, la española, contra otra que se ha visto en 4.000. Ése es el caso de Rango, la señalada por todos como la favorita. ¿Por todos? No, la crítica (New York Times a la cabeza), que también vota, tiene a la cinta de Trueba y Mariscal en el primer lugar. Puede haber sorpresa. Hay partido. En cualquier caso, Penélope Cruz sí tendrá una estatuilla en sus manos: la que entregue. 

¿Y el resto? Por lo demás, la otra gran batalla se presenta en la categoría a mejor actriz. Cuando todo el mundo daba por vencedora a Meryl Streep por su interpretación de Margaret Thatcher en La dama de hierro, llegó Viola Davis. La protagonista de Criadas y señoras ha hecho que el trono de la 17 veces nominada peligre. Hace una década ya que ningún actor negro consigue el trofeo desde que Denzel Washington y Halle Berry lo hicieran. El resto del palmarés presenta un guión bastante fijo. Christopher Plummer (Begginers) y Octavia Spencer (Criadas y señoras), la segunda actriz negra, parecen inabordables como secundarios. De la misma manera que la iraní Una separación, de Asghar Farhadi, es la película de habla no inglesa más piropeada. En cualquier caso, para curar las heridas siempre queda la opción de comprar un Oscar. El próximo martes se subastan, para enfado de la Academia 15 estatuillas originales, desnudas y, por supuesto, con culo. 

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