Necesitamos a Clemente
El regreso de Javier Clemente me ha hecho mucha ilusión. El técnico vasco debutaba ayer al mando del Sporting de Gijón, que recibía al Atlético en El Molinón. Sin duda alguna, a la Liga española le hacía falta un hombre así, único y directo, que nunca esconde lo que piensa por incómodas que sean sus palabras en algunas ocasiones.
Hará un par de años recordé en estas líneas una gran injusticia que ocurrió con el de Barakaldo cuando entrenaba al Atlético. Fue en la temporada 89-90: íbamos segundos en la clasificación, luchando por el título de Liga, pero tras una derrota en Pamplona, por 2-1, Clemente fue incomprensiblemente destituido. En mi primera etapa en la ribera del Manzanares levanté dos Copas del Rey, pero teníamos una plantilla de calidad para haber cosechado muchos más títulos. En aquellos años siempre quedamos segundos o terceros en la Liga, en muchas ocasiones cerca de ganar el campeonato, pero nunca lo conseguimos. Uno de los motivos es que nunca había estabilidad en los banquillos.
Estoy recordando esto por la situación que puede vivir Diego Pablo Simeone. El técnico argentino debe recibir la confianza que no tuvieron los entrenadores en aquella época. Para ganar títulos se necesita estabilidad, paciencia y apoyo. Ahora mismo estamos en un momento dulce, acompañado por el éxito en Liga y Europa, pero antes o después llegará algún mal partido o bajón. Y no me gustaría que se repitiesen los errores de antaño, y que tras un par de malos resultados volviesen la desconfianza, la impaciencia, el nerviosismo…
Con El Cholo hay que apostar por un proyecto no de varios meses, sino de varios años. Parece que hemos dado con la tecla correcta, con el hombre indicado para crear una filosofía. Por eso hay que darle margen para que siga cosechando frutos a largo plazo. Siempre he tenido la espina clavada de lo que podríamos haber conseguido si Clemente hubiese seguido, y sería una pena que volviésemos a tropezar con la misma piedra más de dos décadas después.
En cuanto al partido, el Sporting de Gijón llegaba tras una derrota contundente en Mestalla por 4-0, pero con el revulsivo de tener al entrenador vasco en los banquillos, que siempre aporta garra, moral y carácter, especialmente a un equipo en busca de la salvación. El Atlético de Madrid, por su parte, llegaba tras una victoria importantísima en Roma, donde demostró que no sólo sabe ganar, sino también remontar y dar la cara ante la adversidad. Tenían que seguir con esa inercia tan positiva para regresar a Madrid con los tres puntos.
Pero no pudo ser y volvió a pasar lo de Santander. Un Atlético mejor se encontró con un gran portero -entonces fue Toño y ayer le tocó el turno a Juan Pablo-. Son, de esta manera, cuatro los puntos que ha dejado escapar el equipo de Simeone y que nunca debieron volar. Lo mejor que puede pasar es que los rojiblancos no se acuerden de estos dos porteros a final de temporada. Sería señal de que los de Simeone han logrado una plaza para la próxima Champions.
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