No sirvió para nada lo que hice

A Carlos le encantaba la investigación, le gustaba su trabajo en el laboratorio con patógenos oportunistas típicos de pacientes con VIH; de hecho, su sueño era ser profesor universitario. Sin embargo, en el año 2003, «exasperado» con sus condiciones laborales, decidió darle un giro a su vida y reinventarse como informático.

De sus cuatro años como investigador le queda un amplio conocimiento de cuestiones burocráticas y administrativas («que no te queda más remedio que aprender»), un puñado de amigos («muchos de los cuales han acabado en la empresa privada») y la que hoy es su mujer. El resto, se lamenta, «no sirvió de nada»; en el camino se quedaron sus últimos trabajos con proteínas y su sueño de ser docente universitario. 

«Llegué a tener la tarjeta de la Seguridad Social para indigentes», recuerda; «porque ya superaba la edad para estar con mis padres, pero seguía sin cotizar». En su caso, confiesa, las condiciones laborales que fue arrastrando a su paso por laboratorios de Cantabria, León y Madrid (después de estudiar Bioquímica en el País Vasco), tuvieron buena parte de culpa en su abandono. «Te pasas en el laboratorio de sol a sol, renovando contratos cada seis meses, sin saber si vas a poder pagar el alquiler, sin cobrar el paro ni las bajas médicas...», rememora. Un lamento que ratifica Ester Artells desde la Federación de Jóvenes Investigadores: «La ciencia es una vocación y lo aceptamos porque nos gusta, pero eso no significa que seamos mano de obra barata».

Ambos coinciden en que falta «un proyecto a largo plazo», una apuesta de futuro por la ciencia en España que facilite las trabas administrativas con las que a menudo se topan los investigadores. 

Sobre la situación actual, Carlos habla de «una bomba de relojería» cuyos efectos veremos en un futuro no muy lejano. «Ahora no lo notamos, pero estos recortes empezarán a tener sus consecuencias dentro de tres o cuatro años. Los recortes de hoy en ciencia son los recortes de mañana en competitividad, en industria, en patentes...».

Él confiesa su pesar por ver abandonar a gente con mucho talento «por culpa de una mala gestión».

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