La vida de los artistas

Ya desde la antigüedad alejandrina, las biografías de los artistas debían ser extravagantes y bizarras. Resultaba absurdo que quienes tenían la labor de afinar su sensibilidad creando obras sublimes, obsesionados por la belleza y su ejercicio, resultasen seres normales y anodinos. Aristóteles había puesto a los artistas bajo el signo de Saturno, haciéndoles así propensos a la bilis negra, a la melancolía.

Y si tomamos un ejemplo clásico, las célebres Vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos de Vasari, veremos que -en pleno Renacimiento- están llenas de excéntricos, locos, libertinos, avaros, pendencieros y soñadores. En la larga lista no hay gentes normales.

Creo que bastaría ese culto repaso para no condenar a Françoise Sagan por tomar cocaína. El artista no es normal, y a veces, muchas veces, elige el camino de la autodestrucción. ¿No es una forma de usar la libertad? Y es que si no fuera por vida artística, a la Sagan deberían haberla absuelto por liberalidad. ¿Que consume cocaína? Pues que le digan que es malo, que se lo prediquen y aleccionen, pero que la dejen -que nos dejen- seguir nuestra opción y destino.

Da miedo ver lo que el Estado Protector (el Ogro Filantrópico que dijo Octavio Paz) está haciendo con la libertad individual, domándola y achicándola, so pretexto de querer salvaguardarla. 

Mientras no se dañe al vecino, el individuo debe ser libre de hacer lo que le plazca, también lo que le perjudica. Condenar a Françoise Sagan por tomar cocaína es condenar (también en España) a más de media profesión artística. La señora además tiene libros muy bellos -Buenos días, tristeza; Con mi mejor recuerdo- y necesitaba quizá el polvo blanco para poder seguir atada a la vida. La de los artistas es absurda, difícil, rara, y no cabe olvidar la libertad, la irrenunciable libertad del individuo.

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