Los símbolos en nuestra mente

El primer símbolo de los europeos, el primer tótem es el nombre: Europaeuropeo. No pertenece este sonido/sentimiento un poco más a un británico que a un suizo o húngaro. Pero, al formarse un equipo económico y cada vez más político y cultural, esta palabra adquiere nuevas dimensiones y tonalidades en los cerebros de sus usuarios. La palabra Europaeuropeo no tiene las mismas resonancias vitales en el cerebro de Jacques Delors que en el de Margaret Thatcher, en el de Abel Matutes que en el de Sánchez Dragó (que quemó su DNI, como protesta al ingreso de España en la CE). La palabra Europaeuropeo y euresto, euroaquello (eurodiputado, eurocatedrático, euro ventanilla, europol...) va ganando terreno.

El ordenador cerebral europeíza el cerebro a base de registrar una y mil veces un mismo símbolo. La palabra Europa, europeo y euro va ganando terreno en los dominios fónicovisuales y, por tanto, va en aumento su peso simbólico -fónico, visual y emocional- en el cerebro de los españoles, italianos o griegos. La bandera europea, otro símbolo visual de primer orden, está muy lejos de ocupar el lugar totémico de su colega y rival de Estados Unidos que inunda cada rincón físico de iglesias, estadios, universidades, bancos o gasolineras y, por tanto, que inunda también el ordenador cerebral de los Kennedys y de los Bush. Pero va abriéndose paso y va cada día ganando nuevos espacios, en cheques, en empresas, en periódicos, en marcas y, por tanto, en las sedes cerebrales. 

Quizás dentro de unos años la bandera europea se llevará la parte totémica del león frente a la española o británica. Un nuevo símbolo muy importante es el ecu. No es lo mismo pagar con Rosalía de Castro que con Juan Sebastián Bach. Dediqué un capítulo de mi libro Las Reglas del Juego; las Tribus, al valor simbólico de las pesetas, las liras o los dólares. Al pagar vascos, catalanes, extremeños, andaluces o castellanos con las mismas pesetas, el cerebro se españoliza cada vez. Comprar un periódico y pagar con Juan Ramón Jiménez, Benito Pérez Galdós o el Rey Juan Carlos no es solamente realizar una transacción económica. 

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