Operaciones fallidas de cirugía estética

«El doctor que me arregló el desaguisado, Antonio Porcuna, salió del quirófano muy enfadado después de seis horas y media de operación. Venía con dos frascos en la mano. Le dijo a mi madre: '¡Mire lo que le habían metido a su hija en el pecho, mire!'. En un bote llevaba una prótesis que me habían puesto al revés, o al menos estaba del revés en mi cuerpo. En el otro, llevaba lo que quedaba de la prótesis que me había explotado, mezclada con glándula mamaria. Mi madre, que lo vio, me dijo que era como mocos verdes. Mi prótesis se había convertido en mocos verdes. Ahí vimos que había que denunciar el caso». 

M. M., de 45 años, primera mujer indemnizada en España tras la rotura de una prótesis PIP -los implantes ahora prohibidos en la UE por ser de silicona industrial-, posaba ayer para este diario y contaba lo sucedido en primera persona.

«Yo tuve dos niños, mellizos, en el año 88 y claro, el pecho se quedó muy flácido. Decidí operarme, aunque pensé que era mejor esperar un poco para que el pecho nuevo me durara más.

Me operé en 2017 en la Clínica Menorca, ponlo ahí bien claro, y me hicieron una mastopexia, que es un levantamiento de pecho y colocación de prótesis, para endurecerlos y levantarlos». 

«A los cuatro o cinco días de la primera operación ya me di cuenta de que me habían dejado un pecho más alto que el otro. Ellos decían que era normal, que estaban aún hinchados, pero a los 15 días seguía igual y accedieron a operarme seis meses después, porque necesitaban que se deshinchara para reabrir». 

«Así me los dejaron iguales, con la excepción de las aureolas, que las mías tendían a ser grandes y me dijeron que era buena idea recortármelas. Al final, las recortaron demasiado para mi gusto, y encima me dejaron una más pequeña que la otra». 

«Después saltamos a hace cuatro años, en una de las mamografías y ecografías que me hago cada año. Yo ya notaba el pecho como muy blando, después de la operación se había reblandecido muy rápidamente. Tengo una piel muy fina, que en vez de arrugarse, se cae. Incluso poco después de la operación, los pechos se me iban descolgando rápidamente y al tacto eran demasiado blandos. En las pruebas de primavera de 2007, en una revisión, la médico me dijo que una de las prótesis estaba rota. Le pregunté si podía esperar a después del verano, soy coqueta y... Pero no, era urgente». 

«Hablé con la asociación del Defensor del Paciente, que me ha asesorado todo este tiempo y a la que estoy muy agradecida. La médico de la revisión me dijo que volviera al mismo sitio, pero en el Defensor me dijeron que nada de volver a la Clínica Menorca, que me iban a hacer lo mismo otra vez.

Pregunté en varios cirujanos de La Moraleja, pero nadie quería hacerse cargo, no se atrevían porque además tengo problemas con los pulmones. Decían que quien había hecho aquello, que lo arreglara. Hasta que Antonio Navarro, mi abogado, me dijo: 'Voy a conseguirte al mejor'. Así llegué a Porcuna, que se atrevió a operar incluso cuando su anestesista tenía dudas después de ver la espirometría que me hicieron. Porcuna me tranquilizó, me dijo que lo iba a arreglar, y así lo hizo en Aravaca». 

«La intervención duró casi siete horas. La prótesis estaba tan deshecha que me dijeron que se podía llegar a producir una necrosis, o una infección sanguínea, era urgente. La operación costó 9.500 euros y me acompañó mi familia. Estaban tan preocupados conforme pasaban las horas que el cirujano les iba diciendo, a cada rato por un altavoz: 'Tranquilos, que va bien'. A las seis horas y media salió con los dos frascos. Porcuna no entendía cómo una de las prótesis estaba dada la vuelta. La tuvieron que poner del revés. Van encajadas entre músculos y hasta donde yo sé, no es posible que se den la vuelta». 

«En la Clínica Menorca, a mí me habían dado a elegir entre dos tipos de pecho; elegí el que me dijeron que era el mejor. Firmé el consentimiento porque el trato era bueno y me dieron confianza. Pensé que todo estaba en regla», dice. 

«Que indemnicen los daños morales con 500 euros me parece una broma, el dinero se lo daría tranquilamente al juez. El resto de la indemnización [7.400 euros] me parece... ridículo. Yo al principio no quería denunciar, pero me di cuenta de que había que contarlo». 

«Al día siguiente de la operación el doctor Porcuna vino a verme: 'Tengo que decirte una cosa, pero no te enfades'. El pecho estaba tan mal que me había tenido que quitar dos tallas. Al principio de todo yo tenía 90 de pecho. Al final de la segunda operación, tenía 100. Ahora he vuelto a 90».

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