La Aguirre que no falte
A falta de nuevo Gobierno, déjenme que comparta con ustedes la noticia de la semana que me parece más importante. Ésta es que las grandes empresas de distribución que operan en este país, todas tan conocidas como El Corte Inglés, Carrefour y sus cupones de descuento, Eroski o Ikea, tienen paralizados proyectos de inversión por valor de 2.500 millones de euros, que, caso de poderlos poner en marcha, podrían crear entre 7.000 y 8.000 empleos.
Esto lo dicen justo en un momento en que todos los servicios de estudios y el propio Banco de España pronostican que durante el último trimestre del año la economía ha entrado probablemente en recesión y cuando no hay perspectivas a la vista de que mejore el mercado de trabajo. Es decir, que a pesar del escenario dramático, hay empresarios dispuestos a invertir y crear empleo, si se les deja.
El problema es que ahora no pueden. El presidente Zapatero, que por fortuna se despide de nosotros, no aplicó la directiva comunitaria de servicios de acuerdo con el espíritu liberalizador que albergaron los políticos de Bruselas, de manera que los gobiernos autonómicos de toda laya, que son los que tienen las competencias sobre el comercio, han mantenido las restricciones que impiden poner en marcha nuevas superficies, exigiéndoles trámites burocráticos que a veces retrasan las licencias de apertura entre cinco y ocho años.
O sea que Rajoy tiene que adoptar medidas colosales para reducir el déficit público y sanear el sistema bancario, que son quizá los problemas más urgentes del país, pero tiene al alcance de la mano la llave para crear algunos miles de puestos de trabajo si convence a las autonomías en las que gobierna el PP, que son casi todas, de que deben liberalizar por completo el sector comercial.
Como ha decidido la presidenta de Madrid, que no está en el Congreso de los Diputados, como es el caso de Gallardón, pero que, en muchas ocasiones, es bastante más brillante y elocuente con sus obras. No construye, que tiene el peligro de ocasionar déficit, pero deja que los demás monten su empresa y la tengan abierta el tiempo que quieran, día y noche, si es el caso. La decisión de Aguirre de liberalizar por completo la apertura de establecimiento y los horarios del comercio es el mejor regalo político de Navidad.
Esto lo dicen justo en un momento en que todos los servicios de estudios y el propio Banco de España pronostican que durante el último trimestre del año la economía ha entrado probablemente en recesión y cuando no hay perspectivas a la vista de que mejore el mercado de trabajo. Es decir, que a pesar del escenario dramático, hay empresarios dispuestos a invertir y crear empleo, si se les deja.
El problema es que ahora no pueden. El presidente Zapatero, que por fortuna se despide de nosotros, no aplicó la directiva comunitaria de servicios de acuerdo con el espíritu liberalizador que albergaron los políticos de Bruselas, de manera que los gobiernos autonómicos de toda laya, que son los que tienen las competencias sobre el comercio, han mantenido las restricciones que impiden poner en marcha nuevas superficies, exigiéndoles trámites burocráticos que a veces retrasan las licencias de apertura entre cinco y ocho años.
O sea que Rajoy tiene que adoptar medidas colosales para reducir el déficit público y sanear el sistema bancario, que son quizá los problemas más urgentes del país, pero tiene al alcance de la mano la llave para crear algunos miles de puestos de trabajo si convence a las autonomías en las que gobierna el PP, que son casi todas, de que deben liberalizar por completo el sector comercial.
Como ha decidido la presidenta de Madrid, que no está en el Congreso de los Diputados, como es el caso de Gallardón, pero que, en muchas ocasiones, es bastante más brillante y elocuente con sus obras. No construye, que tiene el peligro de ocasionar déficit, pero deja que los demás monten su empresa y la tengan abierta el tiempo que quieran, día y noche, si es el caso. La decisión de Aguirre de liberalizar por completo la apertura de establecimiento y los horarios del comercio es el mejor regalo político de Navidad.
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