Francia amenaza con salir de Afganistan
Francia quiere abandonar Afganistán cuanto antes. Nicolas Sarkozy lo adelantó ayer, nada más enterarse de la muerte de cuatro soldados, en un atentado perpetrado a primera hora en la base de Gwan. Y el candidato socialista al Elíseo, François Hollande, lo confirmó por la tarde, en una rueda de prensa donde prometió que, si salía elegido en los próximos comicios presidenciales, los 3.600 efectivos galos que aún quedan en suelo afgano darían por concluida su misión a finales de 2012.
El ataque del viernes es la gota que colma el vaso para los mandatarios y los ciudadanos del Hexágono. No son sólo los cuatro militares fallecidos, más otros 15 heridos -ocho de ellos muy graves-, en esta última acción sangrienta. Es que la República Francesa suma ya 82 bajas en algo más de una década de presencia en aquel país y pocos entienden qué hace todavía allí el ejército galo.
«Es la misión más noble. Están para formar a los soldados del nuevo ejército afgano. Viven con ellos, se entrenan y combaten juntos. Comparten una fraternidad de armas», asegura Guy Teissier, presidente de la comisión parlamentaria de Defensa, en declaraciones a BFM-TV. Esta fraternidad queda en entredicho, según un informe interno de las tropas aliadas, publicado en exclusiva por el New York Times.
El dossier de 70 páginas revela que al menos 58 militares de la coalición han sido asesinados en 26 ataques efectuados por miembros del ejército afgano o la policía desde mayo de 2007 hasta la primavera de 2011. Se supone que las tropas aliadas siguen en aquellas tierras para combatir a los talibán e impartir formación militar, pero los nativos les consideran arrogantes y se quejan de sus malos tratos, según se desprende de las conversaciones con 613 reclutas afganos, 215 soldados estadounidenses y 30 intérpretes que interactúan entre ambos.
Al parecer, las imágenes recientes de unos marines orinando sobre los cadáveres de combatientes enemigos abatidos no han contribuido precisamente a calmar los ánimos.
Al parecer, las imágenes recientes de unos marines orinando sobre los cadáveres de combatientes enemigos abatidos no han contribuido precisamente a calmar los ánimos.
Según un portavoz de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad de la OTAN (ISAF), el presunto soldado afgano que mató a los cuatro militares franceses en Gwan (valle de Taghab, provincia de Kapisa), ha sido detenido y está siendo interrogado. Pero aún no se sabe si se trata de un talibán infiltrado o un militar que perdió la cabeza.
El ministro de Defensa, Gérard Longuet, que anoche salió rumbo a Kabul acompañado por el jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante Édouard Guillaud, para elaborar un informe sobre las «condiciones de seguridad» de los soldados franceses y del reclutamiento de militares locales, explicó que el atentado se produjo durante unos ejercicios de entrenamiento y que los franceses iban desarmados.
El de ayer es el segundo ataque de ese tipo en las últimas semanas, después de que el pasado 29 de diciembre dos legionarios galos fueran asesinados también en Tagab por otro integrante del ejército local que recibía instrucción. Y las tropas galas no son el único objetivo de esta nueva forma de resistencia terrorista, ya que los británicos también han tenido bajas de la misma manera y dos instructores de la Guardia Civil española y su intérprete cayeron en agosto, víctimas de un recluta afgano en su acuartelamiento de la provincia de Badghis.
Ante la gravedad de los hechos, el presidente de la República anunció ayer la suspensión de todas las operaciones francesas de formación y de ayuda al combate en Afganistán y «una retirada anticipada» de las fuerzas galas, si no se reúnen las condiciones adecuadas de reclutamiento de los soldados locales. Sarkozy adelantó también que discutirá sobre la inminente retirada militar francesa la próxima semana durante la visita oficial al Hexágono del presidente afgano, Hamid Karzai, que expresó ayer su más profunda solidaridad y repulsa.
El ejército galo tiene desplegados actualmente en Afganistán cerca de 3.600 militares, repartidos entre la provincia de Kapisa, al norte de Kabul, y el distrito de Saroubi, al este de la capital. Dos zonas de paso entre la frontera paquistaní y la metrópoli que dominan los talibán. Se trata de enclaves de alta importancia estratégica, ya que sin ellos no se puede proteger bien Kabul. El repliegue de las tropas francesas de aquel país no estaba previsto antes de 2014, aunque ya se había iniciado de forma gradual con la salida de 400 efectivos a finales de 2017.
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