Así fue la vida de Luis Oruezábal López
Luis Oruezábal López había sido fraile antes que cocinero. O
sea, futbolista antes que restaurador, en la acepción sabrosa de una palabra
que alude, en principio, a una actividad artística.
Pero la gastronomía también
es un arte, y Oruezábal, a través de su restaurante Chikito, había halagado
durante 38 años el paladar de los granadinos y de los visitantes de la hermosa
ciudad andaluza.
Antes de que eso ocurriera, Oruezábal aterrizó en Granada en
noviembre de 1973 como uno de los numerosos futbolistas sudamericanos que,
descendientes de españoles, recibieron por aquella época el nombre de
"oriundos" y se beneficiaron de las ventajas de una doble
nacionalidad.
Muchos de esos jugadores no eran verdaderamente descendientes de
españoles. Oruezábal sí. Sus padres, vascos residentes en Burgos, habían
emigrado a Argentina en los duros años 40.
Su hijo nació en Buenos Aires el 13 de mayo de 1952. Quería
ser arquitecto, pero el fútbol fue más fuerte. A los 17 años debutaba en
Primera División en las filas del Vélez nada menos que en la cancha del River.
Un estreno victorioso. Vélez ganó 1-2 y él anotó el gol que abría el marcador.
Internacional juvenil argentino, en el Granada, entrenado
por Joseíto, coincidió ese primer año con nombres históricos del club como
Izkoa, Montero Castillo, Aguirre Suárez, Porta, Dueñas, Echecopar… Más adelante
compartiría vestuario con Mazurkiewicz, Grande, Parits,…
Jugó poco esa primera
temporada (dos partidos), a causa de su incorporación al servicio militar, lo
que le llevó a estar disponible en abril de 1974. Intervino mucho más en la
campaña 75-76 y bastante menos en la 76-77. Fue traspasado al Jaén, en cuyas
filas militó durante dos temporadas hasta que una lesión lo retiró a los 25
años.
Se volcó entonces con su restaurante, que había inaugurado
en 1976 en un enclave lleno de sabor intelectual y artístico: en la Plaza del
Campillo y en el sitio que había ocupado el antiguo Café Alameda, punto de
encuentro y tertulia de literatos y músicos, cuyas paredes y sillas habían
visto, entre tantos otros, a Lorca y a Falla.
El restaurante fue creciendo en calidad y fama hasta
convertirse en un referente citado en las mejores guías del género. Oruezábal
se convirtió en un granadino más, muy popular y apreciado por sus convecinos,
hasta el punto de ser nombrado el pasado 30 de mayo de 2014, por el pleno del
Ayuntamiento, hijo adoptivo de la ciudad.
El pequeño (1,66) y liviano
futbolista había dado paso al orondo hostelero, como un símbolo físico del
desempeño de sus dos pasiones.
Falleció al inhalar monóxido de carbono procedente de una
chimenea en el salón de su casa. Su esposa y un matrimonio amigo yacían
inconscientes pero vivos cuando los bomberos, avisados por su hijo a quien
extrañó que el restaurante estuviera cerrado a media mañana, entraron en la
vivienda. Chikito permanece como un emblema humano y culinario.
Luis Oruezábal López, futbolista y restaurador, nació en
Buenos Aires el 13 de mayo de 1952 y murió en Granada el 31 de diciembre de
2014.
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