Rod Taylor
Protagonista de Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963), Rod
Taylor también dio vida a H. G. Wells en El tiempo en sus manos (George Pal,
1960), todo un clásico del cine de ciencia ficción, e incluso llegaría a
colaborar con el gran Michelangelo Antonioni en Zabriskie Point (1970).
Fallecido el pasado día 7 a consecuencia de un paro cardiaco, ante tales
títulos, sorprende el derrotero que con posterioridad tomó la filmografía de
este actor.
Sólo cabe explicarlo en base al deterioro de esa antigua apostura,
que le encumbró en el Hollywood de los primeros 60 para abandonarle de forma
inexorable con la edad.
Nacido en Sydney (Australia) en 1930, el joven Rodney Taylor
aún estaba en el colegio cuando mostró inclinaciones hacia la pintura.
Estudiante de Bellas Artes, en sus comienzos fue pintor. Descubierta la
interpretación tras tener oportunidad de asistir a una representación teatral
de Laurence Oliver, Taylor se trasladó a Londres para seguir unos cursos de
declamación.
De vuelta a Australia se empeló en la escena e intervino en sus
primeros films. Acaso animado por Byron Haskin, uno de los grandes de la serie
B estadounidense, que en 1954 rodó en Australia Aventuras de John Silver, con
Taylor entre sus protagonistas, decidió trasladarse a Hollywood. Incorporado al
cine norteamericano sin mayor problema, fue el David Karfrey de Gigante (George
Stevens, 1956), el Garwood B. Jones de El árbol de la vida (Edward, Dmytryk,
1957) y el Charles de Mesas separadas (Delbert Mann, 1958), entre otros títulos
sobresalientes de la época. En paralelo, se fue abriendo camino en la pequeña
pantalla en sus westerns y espacios dramáticos.
Sin embargo, su primer gran personaje fue H. G. Wells, el
viajero en el tiempo de la entrañable El tiempo en sus manos, una obra maestra
que ha quedado como todo un precedente del steampunk, y aún sigue siendo la
mejor adaptación de La máquina del tiempo (1895), la intemporal novela de
Wells.
Ya en 1961, los telespectadores españoles siguieron las distintas
entregas de Hong Kong, serie en la que Taylor recreaba a Glenn Evans, el
periodista norteamericano cuya búsqueda de reportajes le llevaba a correr las
más trepidantes aventuras en la entonces colonia británica. Más notable todavía
fue su colaboración con Hitchcock en Los pájaros, donde compartió cartel con
Tippi Hedren.
Otra de sus grandes creaciones fue la de John Cassidy –uno
de los padres de la independencia irlandesa– en El soñador rebelde (1965).
Iniciada por John Ford, cuando la enfermedad impidió al maestro volver a
emplazar la cámara, fue terminada por Jack Cardiff.
Menos conocida, pero otra
de las mejores, fue su interpretación de Chuka, el pistolero errante de la
cinta homónima. Producida por el propio Taylor, es uno de los grandes westerns
de Gordon Douglas.
Para sorpresa de todos llegó entonces Zabriskie Point, un
clásico del cine contracultural con las revueltas de Berkeley como telón de
fondo, en el que Taylor –un héroe del cine de acción– interpretaba a Lee Allen,
el padre burgués de la bellísima hippie Daría (Daría Halprin).
El declive sin
remisión vino dado tras los fracasos sucesivos de Más oscuro que el ámbar
(Robert Clouse, 1970) y Trader Horn (Reza Badiyi, 1973), una vuelta a esos
cazadores blancos en África que encarnó con frecuencia en los años 60 cuando el
modelo ya estaba caduco. Tras dedicar sus últimos años a la televisión, volvió
al cine de la mano de Tarantino en Malditos Bastardos (2000). Estuvo casado con
las modelos Peggy Williams y Mary Hilem.
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