Miley Cyrus reconoce que está fuera de control

Miley Cyrus ha dado a entender que está fuera de control, que ha perdido los papeles a gran escala. 

No hay, eso sí, un ápice de arrepentimiento en sus palabras, sino un intento de explicar, a modo de crónica sucinta, lo que está pasando en su vida mientras espera que su entorno pueda seguir soportándola cuando se despendola, que es casi cada noche desde que empezó su gira de conciertos Bangerz por el globo. 

Por eso, en su último recuento admitió sobre el escenario que cree haberse "liado" con cada miembro que compone su equipo. Con todos "menos con el batería porque está casado", dijo micrófono en mano ante la algarabía de sus miles de seguidores.

Ahora, su espectáculo erótico-lascivo, cargado de lengüetazos, bailes explícitos y un importante repertorio de juguetes sex shop, desfila por Australia. Fue a su paso por Sydney cuando la cantante de 21 años dio cuenta de lo vivido, reconociendo que antes del concierto estuvo de fiesta para entonarse.

"He estado pasándolo bien en Sydney por un rato… y ha sido un jodido gran momento", dijo antes de escupir un chorro de agua al personal enfervorizado y ponerse una banda con forma de pene en la cabeza.

"Cuanto más estoy aquí, más me emborracho y más tatuajes me hago. Espero que podáis aguantar mi ritmo", apuntó en referencia a las marcas con las que amaneció en sus dedos, después de haber visitado una tienda local junto a su amigo Cheyne Thomas.


Cyrus reivindicó su estilo frente a los que la juzgan, enviándoles una misiva contundente: "Puedes ser cualquier persona que quieras ser y decirle a quien te diga lo contrario que se joda".

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