Buen teatro español
Superados sus cinco primeros años de vida, el Premio Valle-Inclán de Teatro afronta su segundo lustro de vida como referente de la excelencia en la creación escénica española. Con una nómina excepcional de ganadores en la que se mezclan la veteranía con las nuevas generaciones, el Valle-Inclán busca este año a su sexto ganador entre una selección de 12 finalistas de intérpretes, directores escénicos y dramaturgos. De entre estos 12 nombres saldrá el próximo 23 de abril, en el transcurso de una cena en el Teatro Real, el sucesor de Juan Echanove, Angélica Liddell, Juan Mayorga, Nuria Espert y Francisco Nieva.
Concedido por la revista El Cultural y patrocinado por la Fundación Coca-Cola, el premio es el mejor dotado de los escenarios españoles, con 50.000 euros para el ganador y una escultura del artista Víctor Ochoa.
En una reunión celebrada ayer en la sede de Unidad Editorial, el jurado del premio escogió a los 12 finalistas del acontecimiento teatral del año, estrenado en la Comunidad de Madrid a lo largo de 2011. Tras una reñida votación en la que incluso hubo que recurrir a una ronda de desempate, se descubrió la lista de aspirantes.
En ella está la actriz Amparo Baró, por su papel como protagonista en Agosto, la obra de Tracy Letts que desde el momento de su estreno en el Centro Dramático Nacional (CDN) ha cosechado uno de los aplausos más clamorosos y unánimes que se recuerdan en el teatro reciente. La compañera de Baró en ese montaje, Carmen Machi, es también finalista por Juicio a una zorra, un montaje dirigido por Miguel del Arco en el que interpretó a Helena de Troya. Gerardo Vera, responsable del CDN, las dirigió a ambas en Agosto, en un trabajo que también le ha valido estar presente en la lista de finalistas.
En ella está la actriz Amparo Baró, por su papel como protagonista en Agosto, la obra de Tracy Letts que desde el momento de su estreno en el Centro Dramático Nacional (CDN) ha cosechado uno de los aplausos más clamorosos y unánimes que se recuerdan en el teatro reciente. La compañera de Baró en ese montaje, Carmen Machi, es también finalista por Juicio a una zorra, un montaje dirigido por Miguel del Arco en el que interpretó a Helena de Troya. Gerardo Vera, responsable del CDN, las dirigió a ambas en Agosto, en un trabajo que también le ha valido estar presente en la lista de finalistas.
También Miguel del Arco vuelve a repetir entre los finalistas del Valle-Inclán (ya estuvo presente por La función por hacer) por su trabajo como director y adaptador de la obra de Máximo Gorky Veraneantes, estrenada en el Teatro de la Abadía y que ha cosechado otro éxito incontestable.
Otra clásica de esta lista de candidatos al premio es Paloma Pedrero, que en esta ocasión pugnará por él en calidad de autora de la dramaturgia de En la otra habitación, una obra sobre el choque generacional entre padres e hijos adolescentes que se pudo ver en la sala La Guindalera y en el Teatro del Conde Duque.
Repite igualmente Mario Gas, que escribió un nuevo capítulo en su deslumbrante carrera al frente del Teatro Español con su reinterpretación del clásico de Tennessee Williams Un tranvía llamado deseo, interpretada por su actriz fetiche, Vicky Peña. Aitana Sánchez-Gijón, que estuvo peleando hasta el último momento por la tercera edición del Valle-Inclán (por su interpretación en Un dios salvaje, junto a Maribel Verdú), es de nuevo finalista por Santo, un montaje dirigido por Ernesto Caballero en el que la actriz daba vida a tres personajes distintos. También vuelve a aparecer entre quienes optan al premio Albert Boadella, director y dramaturgo de Amadeu, el musical sobre la vida de Amadeo Vives que puso en escena en el Teatro Español que dirige.
La selección de autores-directores se completa con Alfredo Sanzol, creador de espectáculos como Sí, pero no lo soy y Días estupendos, quien volvió a postularse como punta de lanza de la nueva generación de creadores escénicos con En la luna, que se estrenó en el Teatro de la Abadía. Otro de los nombres imprescindibles para comprender el nuevo teatro español, el dramaturgo Jordi Galcerán -cuyo texto El método Grönholm trascendió los límites de las salas españolas-, demostró una vez más el poder del teatro para contar la realidad en Burundanga, una obra sobre el fin de ETA.
Y para terminar con la selección, dos actores de primer nivel. De un lado, Julieta Serrano, quien después de una larga carrera en teatro y cine (con títulos como Mi querida señorita) deslumbró con su interpretación en La sonrisa etrusca, sobre la novela de José Luis Sampedro. Del otro, José María Pou, cuya sola presencia propulsó el montaje de Llama a un inspector, obra de denuncia política de J. B. Priestley travestida en drama policiaco.
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