El fiasco de los neutrinos
«El INFN ha tomado nota de la dimisión del profesor Antonio Ereditato como portavoz del experimento OPERA», señaló Antonio Masiero, vicepresidente del centro de investigación italiano. «Esperamos que el experimento OPERA pueda recuperar la unidad y un nuevo liderazgo para continuar con su objetivo principal: observar la aparición de un nuevo tipo de neutrinos en el CERN [Organización Europea para la Investigación Nuclear, por sus siglas en francés]», concluyó, según Afp.
A finales de septiembre de 2011, Ereditato y sus colaboradores enviaron una fuente de neutrinos desde el CERN en Ginebra hasta el laboratorio subterráneo del Gran Sasso (Italia), a 730 kilómetros de distancia.
Los neutrinos medidos lograron cubrir la distancia entre ambos laboratorios en un tiempo 60 nanosegundos menor que lo que hubiese tardado la luz en recorrer la misma distancia (un nanosegundo equivale a una mil millonésima parte de un segundo).
Los neutrinos medidos lograron cubrir la distancia entre ambos laboratorios en un tiempo 60 nanosegundos menor que lo que hubiese tardado la luz en recorrer la misma distancia (un nanosegundo equivale a una mil millonésima parte de un segundo).
A lo largo de los meses posteriores varios trabajos han ido echando por tierra los resultados del grupo dirigido por Ereditato, y achacando sus erróneas conclusiones a un fallo en una conexión del reloj que medía el tiempo en Gran Sasso, situado 1.400 metros bajo la superficie terrestre. Entre las investigaciones que invalidaban el trabajo sobre los neutrinos está el experimento Icarus, coordinado por el Premio Nobel Carlo Rubbia, que concluía que estas partículas no viajan más rápido que la luz.
Pero las diferencias entre los científicos que forman parte del experimento OPERA ya se habían producido antes incluso de hacer públicos los resultados. Más de 30 científicos del proyecto no quisieron firmar la investigación, publicada en septiembre de 2011, por reticencias internas.
Ereditato no quiso ayer hacer declaraciones sobre los motivos que le han llevado a renunciar al cargo. Pero las palabras de Masiero dejan entrever la falta de confianza de los científicos del experimento en quien era, hasta ayer, el director de la investigación.
La marcha de Ereditato se produjo después de que algunos de sus colegas del proyecto presentaran una moción en la que pedían su dimisión. Aunque ésta no fue aprobada, sí generó una división entre los investigadores que finalmente ha llevado al científico italiano a presentar la dimisión. «Ereditato ha dejado de ser el portavoz de la colaboración Opera», confirmaba ayer a Álvaro de Rújula, físico teórico del CERN.
A pesar del fiasco que ha supuesto a la postre el descubrimiento de partículas que viajan más rápido que la luz -lo cual según la física teórica abriría la posibilidad de viajar al pasado- los colegas no señalan a Ereditato y a su equipo por sus errores científicos o por falta de rigor, sino por la celeridad en anunciar sus resultados a bombo y platillo ante la prensa de todo el mundo. «El error que cometieron fue permitir que los resultados tuvieran tanta publicidad sin hacer aun más, más y más tests», opina Álvaro de Rújula.
Los propios autores del trabajo presentaron sus conclusiones con prudencia y después de haber hecho en varias ocasiones todas las comprobaciones necesarias, según apuntaron durante la presentación de los resultados. «Queremos que la comunidad científica nos ayude a comprender nuestros enloquecidos resultados, porque esto es una locura», dijo Antonio Ereditato a Reuters la jornada previa a la presentación de las conclusiones ante un auditorio abarrotado de colegas que torpedearon a preguntas a los ponentes.
A pesar de que casi nadie en la comunidad científica le da ya credibilidad a los resultados de Ereditato y su grupo, varios equipos europeos, estadounidenses y japoneses están desarrollando experimentos para comprobar su validez. «En poco tiempo habrá más resultados en el laboratorio del Gran Sasso que -no dudo ni un nanosegundo- corroborarán las teorías de Einstein», sentencia Álvaro de Rújula.
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