Leonor es la hija

La Reina Sofía puede presumir de fisonomista. Cuando su nieta Leonor apenas tenía 12 horas de vida, dijo de ella que era «gordita y redonda». Ayer, en su presentación oficial, ocho días después de su nacimiento, así es como apareció la primogénita de los Príncipes de Asturias: una niña mofletuda, sonrosada y con el pelo castaño claro que no se inmutó ante los gritos de los cientos de periodistas y de curiosos congregados en las puertas del hospital Ruber Internacional.

Pasaban pocos minutos de las 12.00 del mediodía cuando Don Felipe y Letizia Ortiz abandonaban la clínica con su bebé. Cientos de teleobjetivos apuntaban hacia los padres y, muy especialmente, hacia la recién nacida, envuelta en una toquilla y un faldón beis, el mismo color del abrigo y los pantalones que vistió la Princesa.

Pese a su anterior profesión de periodista, la madre de la Infanta Leonor aseguró ser incapaz de expresar sus primeras sensaciones como madre. «Sólo la que lo ha sido sabe lo que se siente al ser madre, una emoción que no se puede describir», dijo al responder a una de las muchas preguntas que atropelladamente lanzaban los periodistas a los padres del bebé, mientras los cámaras y los fotógrafos les reclamaban a gritos que mirasen hacia donde apuntaban sus teleobjetivos.

¿A quién se parece? Ni el padre ni la madre se atrevieron a decirlo.«Juzga tú», dijo Don Felipe, que sólo insinuó que, «de momento», la pequeña «tiene los ojos azules». «¿A quién le veis parecido?», preguntó Letizia Ortiz, anunciando ella misma: «Es mona, ¿eh?», «es preciosa».

La Princesa dijo encontrarse muy bien, pese a que la cesárea que se le practicó «es molesta». «La verdad es que da mucha felicidad.Es una alegría enorme la niña», dijo Letizia Ortiz, que aseguró que la pequeña es «muy tranquilita». A lo que el Príncipe añadió entre risas: «Come muy bien y duerme todo el rato».

La madre de la Infanta Leonor señaló, en dos ocasiones, que estaba dando de mamar a su hija y que de ello dependerá el momento de incorporarse a su actividad institucional: «Como estoy con la lactancia materna, pues iremos viendo, depende de los meses que esté dándole».

Confirmaron que el bautizo tendrá lugar después de las Navidades y se celebrará en Madrid. Falta por saber quiénes serán los padrinos, y serán los Reyes quienes decidan si la ceremonia se realiza en el Palacio Real o en el de la Zarzuela. Los Príncipes respondieron con un «sí» a la pregunta de si tendrán «más de dos hijos y menos de cinco», como anunció Don Felipe en la pedida de mano. «De momento, nos adaptaremos a ésta», bromeó el Príncipe.

Fue Letizia Ortiz quien explicó la elección del nombre de Leonor: «De la lista de nombres que teníamos siempre le había gustado a él el de Leonor; siempre estuvo convencido, le hacía ilusión y a mí me encantó».

El Príncipe, más parco en palabras, optó por dar el protagonismo a la madre y a la hija, se limitó a abrazar por la cintura a su esposa y hacer de parasol con sus manos para evitar que la fuerte luz diera de lleno en el rostro de la pequeña Leonor.Tan preocupado estaba por vigilar a su retoño que incluso fue el Príncipe el que decidió terminar con las preguntas de los periodistas con ese argumento: «Le da mucho el sol. Si me disculpan...».

Tras responder a los periodistas, los Príncipes de Asturias se aproximaron a los cientos de personas que se arremolinaban tras las vallas de seguridad y los aclamaban. Comenzó a oírse un «Felipe, Felipe», que acabó diluido en un más potente «Letizia, Letizia», aunque al final sólo se escuchó un nítido y solitario: «Aleeeti».

Esperando allí se encontraban desde primera hora de la mañana Fernando Rivero y Juan Mateo, el primero jubilado y el segundo a punto, con 63 años. Los dos estaban completamente satisfechos de que Leonor sea la futura Reina de España. «Aunque ninguno de los dos vamos a verla reinar», se lamentaban, «nos parece muy bien».

Los dos hombres, vecinos de la zona de Mirasierra, donde se encuentra la clínica, ya habían venido el primer día en que los Reyes visitaron a su nueva nieta, el pasado 31 de octubre. Ese día también acudió a curiosear el matrimonio formado por Esteban y Ana. Aprovechando que tenían que llevar a su hijo al colegio, decidieron quedarse en las inmediaciones de la clínica. Ayer repitieron y se llevaron «una sensación muy buena». «La niña es muy guapa, morenita. Yo pienso que ahora, de momento, se parece al Príncipe. Y no tengo mala fisonomía», decía ella del bebé. Y añadía sobre los Príncipes: «Son encantadores, tanto él como ella. Se nota que ella ha sido periodista».

Minutos antes de que salieran de la clínica los Príncipes con su hija, varios empleados colocaron a la entrada, sobre un pequeño jardín, numerosos centros de rosas amarillas y rojas -procedentes de la Comunidad Valenciana- que iban acompañados de una muñeca fallera y una banda con la inscripción: «De tu madre patria».Fue el objeto más codiciado tras marcharse los Príncipes. Hasta allí se subieron a trompicones mujeres que no tuvieron reparos en pisotear las flores del jardín. Había que llevarse un recuerdo como fuera. Una de ellas, de etnia gitana, agarró un ramo completo, trepó sobre unos escalones y se puso a gritar: «A cinco euros, a cinco euros. ¿Quién da más?».

Diego Botes, también gitano, arrambló con las bandas decorativas.«Yo esto lo guardo toda mi vida». Explicaba que él y otros muchos de su clan habían venido de Extremadura con la excusa de visitar a un familiar enfermo. En realidad, quería ver a «la futura reina de mis hijas» y, sobre todo, estar cerca de la Familia Real porque «son todos muy simpáticos». «La Reina Sofía estuvo una vez en el patriarcado gitano y bebió café. Café de puchero. Lo bebió sin ascos ni nada de nada», relataba triunfal ante las cámaras.

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